lunes, 27 de octubre de 2008

EL ASCENSOR (Segunda parte)


Parado en la puerta de esa extraña casa, me encontré cerca, pero nunca tan lejos de resolver los conflictos que me habían llevado a esta situación. Debo admitir que había sumado uno mas, a la larga lista de pendientes.
Tomé la decisión de olvidarme de aquello y procurar buscar ayuda en otra parte. Cuando me disponía a desandar el camino, vibró mi celular seguido de un agudo pitido, señal inequívoca de que había entrado un mensaje de texto. El mensaje decía: No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy… firmado: Deje sus problemas bajo tierra.
Admito que por un momento me sentí presa del pánico por lo que mi aparato telefónico casi se me cayó de las manos. Segundos después razoné, que probablemente el lugar tenia un sistema de bluetooh como los que hay en las tiendas europeas, que disparan un mensaje con una oferta a los teléfonos con este tipo de sistema que se acercan al establecimiento. Eso me hizo pensar que quizá lo lubre y anticuado de la fachada, escondía un sofisticado instituto detrás de aquellas paredes que probablemente, me ayudaría en la resolución de mis problemas.
Me dispuse a tocar un viejo timbre al lado de la puerta, pero nuevamente para mi sorpresa, esta se abrió como si de adentro del edificio, alguien me hubiera observado por el visor de un portero y hubiese franqueado mi paso. Porque no, también esto era posible. Ingresé a un hall e inmediatamente la puerta se cerró a mis espaldas. El silencio era absoluto, el aire carecía de olor alguno y la temperatura parecía no existir. No podía percibir realmente si sentía frío o calor. La luz era tenue y los colores del ambiente muy claros. Realmente no podía determinar los colores. No había artefactos lumínicos, ni de climatización, tampoco ventanas ni objetos mobiliarios. A mi izquierda, al frente y a mi derecha, habían 3 puertas respectivamente ubicadas, que para sumarle mayor curiosidad a la situación, no disponían de manijas para su apertura. Nuevamente pensé: alguien me esta observando y seguramente en cuestión de segundos, alguna de ellas se abrirá o en su defecto, por algún sistema de alta voz, una locución amable me indicara como proceder. Como pasaban los minutos y nada de esto ocurría, me dispuse a caminar hacia la puerta que tenia en frente. Al dar mi primer paso, nuevamente un mensaje entro a mi celular. Esta vez decía: a veces para avanzar, es bueno retroceder… firmado: Deje sus problemas bajo tierra. No se porque pero lo enigmático de la situación, lejos de generarme temor, comenzaba a cautivarme por lo que decidí continuar con esta especie de ansiedad lúdica. Gire mi cabeza y mire la puerta por donde había ingresado minutos antes. No se porque, pero presentía que la entrada que me había llevado a este lugar, no era la salida correcta.

Continuara

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