sábado, 9 de julio de 2005

Los unos y los otros.

Cuando todavía no podemos salir del asombro y comprender los verdaderos motivos del atentado a las torres gemelas y la atrocidad de lo ocurrido en Atocha, por nombrar los hechos mas recientes, nos despertamos con el atentado de Londres, tan anunciado que por su obviedad parecía imposible su ejecución, menos aun durante la reunión del G8 en el país vecino de Escocia y los festejos por ser sede de los próximos juegos olímpicos, donde todo hacia suponer que el nivel de seguridad de la región, era el mas alto del planeta.
Nuevamente comprobamos el feroz enfrentamiento de unos amparados en una cerrada y obstinada fundamentación ideológica y otros que se excusan bajo el escudo protector de la fundamentación económica y de auto proclamarse guardianes del universo, dejando en el medio a millones de inocentes sin saber como protegerse del flagelo de la seguridad mundial, propiciado por la falta de entendimiento de dos grupos tan antagónicos como similares entre si.

Los unos actúan en nombre de su Dios, generando el caos a través de células terroristas que no se amedrentan ante la magnitud bélica de países que dominan gran parte de la distribución de la riqueza mundial y que son sus enemigos por su carácter neocolonialista; todo lo contrario, se valen de su gran exposición mediática para aprovecharlos como medio propagandístico de difusión de sus atroces actos.
Los unos son pueblos narcotizados por la sed de venganza, que combaten a sus enemigos desde la concepción que lo mejor que les podría ocurrir, es morir por su causa y encontrarse lo mas pronto posible con un Dios que según sus creencias, clama justicia por las injusticias acaecidas contra sus culturas.

Los otros actúan en nombre de otro Dios poderoso: el poder económico mundial.
Un Dios disfrazado de equidad que fomenta y alienta la instalación de un sistema ultra capitalista en todos los rincones del planeta a cualquier precio y sin importar el grado de adaptación del país al nuevo régimen, desinteresándose por cuantas vidas humanas se cobre, ya sea por inanición, por enfermedades que matan a pueblos enteros o simplemente por la frustración de no saber como alimentar a sus familias el día después de mañana.
Los actos bélicos de los otros, como el ataque indiscriminado a Irak donde murieron miles de inocentes, menos quien tenia que morir; el bombardeo y la aniquilación de culturas islámicas en Afganistán, donde por primera vez en la historia para matar un ratón hay que destruir la casa pero preservar la ratonera; así como la amenaza de guerra contra Corea del Norte por no desarmar lo que ellos no piensan desarmar, tienen el paraguas benefactor del mundo y la venia papal por pretender imponer un orden mundial que impulsará y mantendrá la prosperidad económica de la tierra.

En tiempos en que el mundo necesitaba ser conquistado y descubierto a los albores de la nueva civilización, los otros avanzaban sobre los unos, avasallando y burlando sus territorios, mostrando todo su poderío y sometiendo a la población a su nuevo régimen y costumbres.
Los unos eran sometidos y sus fuerzas parecían diezmadas ante el feroz ataque de un enemigo que contaba con mejor tecnología, mayor armamento y mejores técnicas de combate.
Los otros pasaron por alto un detalle fundamental: hay culturas que no olvidan y no perdonan.
Hay culturas que se encargan todos los días de sus vidas, de recordarles a sus semejantes de generación en generación, quienes son sus enemigos y cuales son los males que sufrieron sus pueblos.

En algún punto los unos y los otros tienen rasgos particulares idénticos, cumplen similares propósitos y responden a intereses ideológicos parecidos.

Los unos matan indiscriminadamente a inocentes, por el solo hecho de pertenecer a culturas antagónicas y tener hábitos y costumbres diferentes.
Los otros también.

Los unos se refugian en el mandato divino y la auto proclamación de ser custodios del universo para sembrar el terror y el caos en países que no piensan como ellos y se rehúsan a cumplir sus propósitos.
Los otros también.

Los unos se pasan toda una vida persiguiendo a los líderes de los países con quien tienen conflicto e “inexplicablemente” nunca lo consiguen.
Los otros también.

Los millones de familias de los unos no tienen la culpa de que un puñado de inadaptados fundamentalistas, destrocen y pisoteen milenios de años de cultura y civilización, generalizando vicios y desviaciones ideológicas ante el mundo entero.
Los millones de familias de los otros tampoco.

Ojalá nunca mas tengamos que lamentar ni una sola victima por atentados a la vida humana de ningún tipo, de ninguna naturaleza y por ninguna razón.
Ni de unos, ni de otros.
*Articulo difundido en el programa Juntos de Cadena 3 y publicado en su portal www.cadena3.com.ar y en La Mañana de Cordoba diario de la ciudad de Cordoba.

viernes, 8 de julio de 2005

Amores que matan


Mis dos fuentes de energia: Mateo y Lautaro, mis dos queridos hijos. Mateo tiene 7 años y Lautaro 3. Posted by Picasa