martes, 23 de febrero de 2010

Argentina, el perro del Hortelano: no come ni deja comer.


Desde 1982 que las Islas Malvinas solo son recordadas una vez al año, donde nos golpeamos culposos el pecho, recordando a nuestros héroes caídos, pero desconociendole mérito alguno a nuestros veteranos, que deambulan mendigando una mísera jubilación. No falto nada para que se conociera la noticia de que podria haber petroleo en el archipiélago, para que desempolvaramos todas nuestras infulas soberanas sobre el atlantico sur. Cabe aclarar que no hemos sido capaces en 50 años de explorar el mar Argentino en busca del oro negro por el que hoy nos rasgamos las vestiduras, pero pretendemos que tampoco nadie lo haga en las islas, ya que desnudaria nuestra lastimosa desidia. La inútil guerra que libramos hace casi 30 años, solo resucito a este recondito lugar y lo puso nuevamente en el plano estrategico de la escena mundial. Amen que salvo al gobierno de Margaret Thatcher de una tremenda derrota electoral que se avizoraba y que pondría de rodillas a la dama de hierro. Esta nueva y disparatada disputa, no solo reivindica el espíritu autónomo de los isleños, sino que el gran aparato montado, escudado en la defensa de la soberanía, por un gobierno que se cae a pedazos en todos sus frentes, ha sobredimensionado exponencialmente el descubrimiento petrolífero de las islas, haciendo que el mundo proyecte una nueva Dubai en aquellos confines del mundo, con los enormes beneficios que esto acarrea para la economía local de Malvinas y ni hablar de Inglaterra.
Los Kelpers, nuevamente agradecidos.